En la actualidad, la erosión hídrica genera grandes pérdidas en lo que respecta a volúmenes de suelo, interviniendo diferentes factores como la pendiente del terreno, manejos inadecuados y falta de cobertura. Con el tiempo la productividad de los lotes disminuye y produce perdidas de suelo siendo este un recurso no renovable. Los efectos erosivos no sólo se traducen en pérdida de material superficial fértil y valioso, sino también en la disminución de los rendimientos por degradación de los suelos.
La pérdida de material se da inicialmente por erosión laminar removiendo la capa superficial del suelo. El impacto de la gota de lluvia contra el terreno genera el desprendimiento de las partículas que posteriormente serán arrastradas por el escurrimiento superficial del agua hacia puntos más bajos del relieve.
La exposición y el manejo inadecuado en los suelos agrícolas, puede generar variaciones sobre el horizonte superficial principalmente en su espesor por perdida de material como también en sus propiedades físicas y químicas. Esta capa superficial es de gran importancia porque es la que presenta mayor contenido de materia orgánica, posee mayor actividad biológica y mejor estructura entregando los nutrientes necesarios al cultivo para alcanzar el objetivo productivo.
La importancia de realizar un buen manejo dentro de nuestro sistema productivo evita perdidas de suelo que se verán reflejados en los rindes. Considerando que “perdiendo un centímetro de suelo, la soja pierde 100 kilos por hectárea, el maíz 270 kilos y el trigo 75 kilos” debemos actuar rápidamente.
Es imprescindible tomar medidas para evitar estas pérdidas, implementando prácticas culturales como estructurales para controlar o impedir estos procesos erosivos. Por lo tanto, la planificación del uso de la tierra tanto predial como a nivel regional es importante porque se integran procesos de conservación de los recursos, bienestar social y desarrollo económico.
Ing. Agr. Bóveda Martín A.