La producción agropecuaria es la actividad productiva más importante del país, por la contribución que hace a su economía, a través de la exportación de productos agropecuarios. No obstante, el suelo, que es el soporte de esta actividad, no recibe suficientes cuidados sino más bien todo lo contrario. Casi 50 millones de hectáreas en el país, están afectadas por erosión hídrica o eólica en grado moderado o grave. Se estima que las pérdidas económicas debidas a la degradación del suelo ascienden a 700 millones de dólares por año.
Existen factores que indican que un campo necesita realizar obras de conservación de suelos. Estas obras son beneficiosas, debido a que retienen el agua de lluvia en los lotes para que sea aprovechado por el cultivo, y además evita la perdida de la capa fértil del suelo, en el que se invierte mucho dinero en insumos, para aumentar los rendimientos. Por ejemplo, en soja se determinaron pérdidas de 35 kg/ha por centímetro de suelo perdido en la región central de Córdoba.
Algunos indicios son los que detallo seguidamente, de los cuales, no es necesario tener todos ellos en una misma unidad productiva, sino que sólo con la presencia de uno, ya se determina la necesidad de realizar obras o alguna técnica de conservación de suelo.
En primer lugar, debemos conocer que existe la Ley 8936 de la “Conservación y la Prevención de Degradación de los Suelos” de la Provincia de Córdoba que indica que: en las zonas donde los procesos de degradación de los suelos tiendan a ser crecientes y progresivos incrementando la situación de deterioro de la capacidad productiva de los mismos, la Autoridad de Aplicación puede declararlas como Distritos de Recuperación de Suelos. En dichos Distritos será obligatorio el cumplimiento de los protocolos de recuperación de suelos; y de considerarlo conveniente, deberán presentar un plan predial que contemple las prácticas tendientes a implementar acciones de recuperación de los suelos. Esto indica que las autoridades de aplicación realizan operativos de inspección para exigir técnicas conservacionistas. En la imagen siguiente, se puede observar las zonas con erosión hídrica potencial, dejando en evidencia las regiones más comprometidas con las prácticas de conservación de suelos.
Figura 1: Zonas con erosión hídrica potencial en la provincia de Córdoba.
Uno de los factores más importante que señala que un campo necesita prácticas de conservación de suelos es el relieve, donde la intensidad de la pendiente se refiere a cuanta altura descendemos a medida que caminamos de la parte más alta del potrero a la más baja. Por ejemplo, si descendemos 3 metros de altura en 100 metros de Longitud, la pendiente es del 3%.
A mayor intensidad de pendiente, la velocidad que toma el agua al escurrir es mayor y por lo tanto es mayor la erosión del suelo. Además de la intensidad, es importante la longitud de las pendientes. Se refiere a la distancia desde la “loma”, donde comienza la pendiente, hasta el “bajo” donde finaliza. Si la pendiente es más larga ocasiona que el agua que no infiltra en la loma y comienza a escurrir, adquiera mayor velocidad y caudal en su descenso. Al aumentar la velocidad de escurrimiento del agua aumenta la erosión. La complejidad de la pendiente hace referencia a la mayor o menor uniformidad de gradientes, direcciones y longitudes, y es un parámetro importante de considerar al momento de planificar el control de la erosión mediante técnicas de manejo del relieve.
La erosionabilidad o erodabilidad del suelo es otro factor importante a tener en cuenta en las unidades productivas, debido a que es una medida de la susceptibilidad al desprendimiento y transporte por los agentes de la erosión. La erodabilidad es un efecto integrado de los procesos que regulan la absorción de la lluvia y la resistencia de las partículas del suelo al desprendimiento y posterior transporte. Estos procesos están influidos por las propiedades del suelo tales como tamaño de partículas, estabilidad de agregados, materia orgánica, cantidad y tipo de arcillas o por características edáficas que afectan la estructura del suelo y la transmisión de agua. Este factor refleja el hecho de que diferentes suelos se erosionan a diferentes tasas cuando los demás factores que afectan a la erosión son los mismos. La susceptibilidad de un suelo a la erosión es mayor en texturas intermedias, en suelos con bajos tenores orgánicos, y con degradación estructural.
El manejo que se realiza dentro de cada unidad productiva, puede acelerar o disminuir los procesos erosivos. Este factor incluye los efectos interrelacionados de la cubierta de canopeo o rastrojos, la secuencia y tipo de cultivos, el nivel de productividad, la duración de la estación de crecimiento, las prácticas de cultivo, el manejo de residuos, los sistemas/operaciones de labranza. Cada una de las condiciones del suelo se distribuye anualmente y se integra con la erosividad de la lluvia, dando como resultado el factor C de la rotación establecida. Como ejemplo de dos ambientes diferentes en la agricultura, se puede observar la imagen A donde un campo realiza siembra directa con una adecuada rotación, contra la imagen B que muestra un suelo desnudo por falta de rotación y/o laboreo.
El aspecto más directo del uso y manejo de los suelo sobre la erosión se relaciona con el efecto de protección de la superficie del suelo por la vegetación o restos de ella. La eliminación de la vegetación, el sobrepastoreo o la quema indiscriminada son factores que aceleran los procesos erosivos, e incrementan las tasas de sedimentación de tierras.
Figura A
Figura B
La complejidad del proceso erosivo deriva de que puede ser visto a diferentes escalas de tiempo y espacio. En la escala temporal el proceso se da por eventos, es decir en forma episódica, con un grado de probabilidad determinado por el comportamiento del factor climático y la ocurrencia de tormentas de alta energía, coincidentes con momentos de alta susceptibilidad del suelo y relieve a la ocurrencia del fenómeno.
En la escala espacial la erosión puede ser considerada a escala de lote o parcela, en la cual se pueden analizar las formas más elementales de erosión: salpicadura, mantiforme y en surcos. A esta escala es posible controlar estos procesos erosivos básicos mediante la aplicación de técnicas de conservación de suelos.
Cabe destacar que si estos factores se tuvieran en cuenta a nivel regional, las prácticas de conservación de suelos serían mucho más eficientes. Así mismo, la visualización de algún signo de erosión (tanto laminar, en surco, cárcava, o bien sedimentaciones, médanos, etc.) dan indicios que la zona y/o el campo requiere prácticas de conservación de suelos. Por eso es importante conocer bien las unidades productivas, realizando recorridas y tomando conciencia del tipo y necesidades de los suelos, para evitar la disminución de la productividad o hasta superficies productivas por faltas de manejos adecuados.
Figura C: Signo de erosión hídrica y eólica.
Para mayor información sobre los factores de erosión y prácticas de conservación de suelos, consultar en www.conservagro.com o en info.conservagro@gmail.com
Ing. Agr. Melani del Valle Pepermans
Kommentarer