Los suelos de la Pampa Húmeda Argentina, especialmente los altamente productivos pertenecientes a la Pampa Ondulada, sufren una reducción sensible en su estabilidad estructural al ser sometidos a producciones intensivas. Esto se debe al elevado contenido de limo que poseen los suelos de esta región, en sus horizontes superficiales. Tanto el limo como las arenas muy finas han sido asociados a procesos de degradación edáfica (Wischmeier y Smith, 1978).
Aún con pendientes menores al 1 %, se observan síntomas de erosión hídrica en pampa ondulada, atribuibles al excesivo escurrimiento. Actualmente, cerca del 50 % de la superficie de dicha región está siendo afectada por erosión hídrica.
La producción sostenida, con cultivos estivales e invernales, o producción bovina intensiva, sin tener un manejo adecuado para proteger el recurso suelo, predispone a que se presenten procesos erosivos. Uno de estos procesos, y posiblemente el primero que detectamos por afectar directamente el manejo productivo, es la erosión en surcos.
Figura 1: Tipos de erosión hídrica. Sheet: laminar, Rills: surcos, Guillies: cárcavas
La erosión en surcos es un escurrimiento generado por la concentración de flujos, producto principalmente de altos volúmenes de agua en conjunto con variabilidad de la pendiente. En zonas donde el agua escurrida toma velocidad, tiende a generar un surco que primeramente puede ararse para seguir utilizando el lote normalmente, pero luego empieza por molestar el manejo y puede terminar en el desarrollo de cárcavas.
Figura 2: erosión en surcos, vista aérea.
Figura 3: Escurrimiento natural convertido en surco.
Prácticas culturales y estructurales para evitar la erosión.
La siembra directa es una práctica que se adoptó a fines de la década delos 90’ y que ayuda a disminuir la erosión hídrica y eólica, siempre y cuando se planifique una buena rotación y los cultivos que se realicen, produzcan una buena biomasa. Bajo estas condiciones, la siembra directa, ayuda al suelo a crear condiciones de resistencia a efectos erosivos de la lluvia y escorrentía, ya que permite la protección de la superficie del suelo por medio de rastrojos y/o cultivos en crecimiento, incrementa la rugosidad superficial y aumenta la permeabilidad del suelo, haciendo que la cobertura vegetal absorba el impacto de las gotas, haya un menor arrastre de material y a su vez una mayor infiltración en el suelo (extraído de Tesis de grado de Micaela F. Bedini).
Para que este proceso sea más efectivo aún, la dirección de siembra debe ser de forma perpendicular al sentido de la pendiente, de manera de frenar con los surcos el movimiento del agua.
Otra práctica cultural que permite el control de la erosión hídrica son las rotaciones de cultivo. Ayudan a la conservación del agua, control de malezas, mejora en propiedades físicas, químicas y biológicas de los suelos, reducción de la presión de plagas y enfermedades y, al aumento en la eficiencia en el uso del agua (Álvarez, 2013).
Figura 4: Relación entre reducción de pérdida de suelo y cobertura de residuos (Sereno y col., 1997).
Una práctica estructural para conservar el suelo y evitar la erosión hídrica, es la construcción de terrazas. Un proyecto de sistematización no consiste en modificar el relieve del establecimiento, sino en disminuir la velocidad del escurrimiento de agua, favorecer la infiltración, y así evitar el arrastre de suelos.
Estas prácticas pueden parecer costosas, pero los beneficios obtenidos ante la construcción, son abismales. A tal punto que con los créditos ofrecidos por la provincia, y los aumentos de rendimientos por estas obras, la inversión se recupera en el corto plazo.
Figura 5: proceso de construcción de terrazas, vista aérea
Ing. Agr. Emilse N. Vigliecca
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